La música esta pasando por un momento trascendental de su historia. No sabemos si es la mayor mierda de todos los tiempos o la más salvaje revolución. Los fans se apiñan dándose hostias cibernéticas y reales. Los autores son esclavizados por su producto, obligados a producir éxitos en cantidades ingentes para contentar a un público insaciable. Después de todo el público los encumbró. Son los nuevos dioses y diosas, exponiéndose a la más absoluta degeneración humana para seguir con su estatus.
Y nos encanta.
Ahora que el mercado es cada vez más clónico, lo que se suponía electrónica innovadora inunda lo mainstream.
Los grupos que saben tocar instrumentos son apartados al olvido en nuestra mente. Y seguimos ansiosos de ingerir todo lo que este mundo repetitivo y pensado para sangrar nuestra cartera nos ofrece. Simplemente porque lo necesitamos.
Una nueva era en la que el consumidor de música mainstream es adicto a buscar en youtube nuevas canciones emergentes de alguna prostituta canadiense solo para tener música nueva que escuchar. En la que el rumor, las ansias de consumismo y el odio humano impregnan el mercado porque ya no esperamos nada más.
Simplemente tragaremos lo que nos echen aunque sea mierda.
Y no sentirte profunda con una camiseta de nirvana del H&M. Ni especial cuando tocas el bajo en tu grupo de metal con nombre de licor. Ni si quiera las apilaciones musicales que están continuamente afinando en los directos o los albinos que crean increíbles experiencias étnicas pueden hacer nada para evitarlo.
Porque por muchos principios que tengas siempre te rendirás con suficientes neones y movimientos de culo.
Porque se trata de eso, de bailar en ropa interior un sábado antes de salir para sentirte una súper estrella, de sentirte en un videoclip cuando escuchas música subiendo las escaleras del metro, de no poder evitar un paso de baile cuando escuchas esa estrofa que cambio tu vida a golpe de beat.
Porque se trata de música al fin y al cabo. De ser felices.
Pop, electrónica, reinas, clubbing y modernas que lo darán todo en las raves.
Tragadores de la mejor mierda.
Ecos de Extrarradio.