Pero como si fuera hace quince años. Por lo menos.
Nunca deberíamos de haber depositado demasiadas esperanzas en Alexandra por varias cosas.
1) Su nombre es Alexandra. Parece una chorrada, pero no lo es. La gente con nombres tan folklóricos como Alexandra, Rita o Fulgencia debería tener prohibido ser estrella del pop.
2) Se hizo famosa en un reality show. Y normalmente esa gente suele tener carreras cortas y nada interesantes. Más que nada porque no suelen tener carisma y porque el control sobre su carrera es nulo.
3) Su single presentación fue una cover. Y si existe algo más cutre que baje Cher y lo vea.
Hace meses sacó un EP llamado Renegade que daría las pinceladas de lo que pretendía a partir de ahora. Y cosas de la vida, resultó ser un poquito una caca.
La única canción guay del EP fue la que le da el nombre. Y tampoco es que fuera la gran revolución pop del año.
Renegade es una apuesta supuestamente seria, pero no nos la creemos. Es decir, la canción está guay, es reivindicable y tiene varios elementos de 2013 y 2014 condensados. Tiene bien de blanco y negro (Porque ser intensa y no tener presupuesto para grabar en exteriores no tienen porque ser la misma cosa), y tiene bien de cámaras con parkinson, que es así como la práctica más barata del universo.
Alexandra se lo cree mucho y pone mucha cara de pena mientras va hecha unos zorros en el almacén de carpintería de su primo, y se nota que tiene ganas de que se la tomen en serio.
Aún así, lo único bueno que tiene Renegade es el estribillo, un puñetazo de fuerza que se nos ha pegado como si fuera uno de auqellos estribillos buenos que hacia Alicia Keysentre tanto griterío y gorgorito sin sentido.
Desde aquí reivindicamos a la única Alexandra, la que tenía sentido común para hacer cosas guays.
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