Lady GaGa y el retorno, poquito a poquito

Una vez, en 2009 (El año es crucial), alguien dijo que Lady GaGa, genia y diosa y reina y de todo por aquellos entonces, era increíble, y que aunque se acordaran de ella por vestir como una villana de disney, como un conjunto de lencería en sí o como un filete de ternera, ella sería capaz de revolucionar el mundo del pop igualmente con vaqueros y una camiseta básica del Primark.

Desde que la gira de la artRAVE acabó, GaGa se ha dedicado a hacer cosas más o menos interesantes, como a cantar con Tony Benet, que nos interesa algo así como cero.

Por mucho que nos guste vestirnos como señoras, el jazz es el único género musical que despreciamos activamente, respetando mucho, eso sí, a quienes lo consumen.

Pero Lady GaGa lleva demasiado tiempo sin hacer nada que hizo que la quisieramos: Sin romper cristales, sin desangrarse en el escenario, sin que la vomiten encima y sin que vista raro.

Ahora ella es una señora fina con mucha clase.

¿Quien lo diría, verdad?

Entre la artRAVE y berrear con Tony Benet por medio mundo, Lady GaGa se dedicó a soltar pequeñas pistas de lo que pasaba por esa cabecita loca por Instagram, y unas little monsters locas dedujeron que pasaba algo con el punk, que si el nombre del siguiente single iba a ser Punk The Funk o algo así y no se qué.

A día de hoy no se sabe nada. Nada nos apetecería más que un nuevo trabajo discográfico de Lady GaGa, la artista más culoinquieta de la última decáda, pero al parecer ella está ocupada teniendo un perro y siendo una vampira violadora en American Horror Story.

Esto está bien, porque así puede que no se tatue el título del álbum 26 meses antes y que no empiece a elevar las espectativas, diciendo que es el mejor álbum de la decáda, 9, sí, ¡NUEVE! años antes de que terminara la decáda.

Pero ahora parece que se toma las cosas más tranquilamente y que esperará a tener las cosas claras antes de aburrir innecesariamente.

Entre que esperamos a que nos haga un álbum con tres Dance In The Dark, cuatro Bad Romance, un Just Dance, un Poker Face, algún Speechless y por lo menos dos Partynauseous, ha sacado unas cancioncillas sueltas para rellenar espacio y que sus fans no se suiciden

Una canción sobre el asalto sexual, con GaGa en su elemento: El piano. La verdad que hubiesemos esperado algo más alegre, o al menos no tan alarmista, pero viene de un lugar de buenas intenciones. No vamos a decir nada que no se haya dicho ya. La canción es bonita, aunque Speechless y You & I ya están ahí.

Por cierto, que la temática no ha parado a algún que otro descerebrado para hacer un remix dance.

¿Desesperación?

Probablemente.

Esto ya es otra cosa.

Lady GaGa ha tenido que hacer una versión de Chic, A.K.A. el grupo del guitarrista negro de Get Lucky,  para entender qué coño es lo que quermos de ella.

Puede que sea guay que una cantante pop entienda de arte, colabore con Marina Abramovic y le vomiten encima, pero a veces también está bien que les den las canciones hechas y se dediquen a cantarlas mientras en el vídeo baila gente guapa.

GaGa está muy bien como concepto. Pero mira que bien le salen las cosas cuando hace algo que no tiene que pensar, que es para otra persona y que probablemente haya sido completamente precocinado para ella. I Want Your Love llevada a ese registro made in Confessions On A Dance Floor le queda demasiado bien. Movimientos sencillos, luces, ventiladores, modelaje, más luces, un vídeo a lo Kylie y ¡BAM!.

Todo bien.

Sabemos que a GaGa le gusta ser auténtica, que le gusta ser intensa. Sabemos que le gusta estar ahí al lado del productor mientras en el estudio sucede la magia. A raíz de eso le pueden suceder momentos de grandeza, como The Fame Monster, o momentos cuestionables, como Born This Way, donde lo mismo le salía un Goverment Hooker que un Americano.

Que bien que le sentaría a GaGa ir a lo previsible para dejar a todo el mundo con el culo torcido. Con un buen director en los vídeos, sin sus ideas absurdas de chocho gordo. Recordamos algún vídeo por ahí que terminó a medias tintas por no saber dar el brazo a torcer en un momento dado.

Relaja el ego, Stefani, y ya verás como te va mucho mejor. ARTPOP venía con ganas, pero se desinfló por unas ideas demasiado estoicas que terminaron ejecutadas a medias y con singles fantasma por no saber delegar.

Imaginaos un álbum donde el título fuera a su vez el mismo que el primer single, y a su vez ésta canción fuera el primer track. Un concepto interesante, pero superficialmente tratado. Un vídeo con una buena coreografía y cuatro cambios de vestuario.

Una sonrisa. Un single sobre el verano lanzado en Mayo.

Así, SÍ. Así se retorna, poquito a poquito.