Cubierta - Cómo no - de glitter.
Ahor que Mariah ha dejado de lado la ginebra a palo seco podemos decir que vuelve más mágica que nunca. Y con magia nos referimos por supuesto a volver a aquellas grandes épocas en las que todos la amábamos por ser demasiado bizarra incluso para ella misma.
Contextualizar un videoclip sobre el amor eterno con una mezcla del laberinto del fauno y cualquier estudio fotográfico homosexual es más bien un alarde de bajo coeficiente intelectual.
Pero recordemos que hablamos de una persona que inerpretó a su propio stalker en un vídeo clip casposo y maravilloso a partes iguales.
También deberíamos de hablar de la portada del single, que no puede gritar más a no tener presupuesto para contratar a alguien decente.
Por favor. Es tan Mariah Carey que da miedo. Ella sabe que la mayoría de la gente que la escucha borra las portadas en iTunes para que no se rian de ellos cuando van en el metro, así que coge y lleva el guilty pleasure de las portadas a un nuevo nivel.
Y con guilty pleasure nos referimos a gilipolleces, así, en general, porque no nos imaginamos el día en que alguien diga que la portada es guay.
Parece ser que el negro random con el que se toca Mariah en sueños le hará un remix al tema, remix que por supuesto ni aparecerá por estos lares.
Ais Mariah tía. Que grande eres.
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